Amaneció y la
escalera estaba allí
desde abajo la
miraban sorprendidos
desde arriba la
observaban con sorpresa
parecía, pues, que
de la nada apareció
—¿subimos?—
murmuraban abajo
—¿bajamos?—
susurraban arriba
y nadie osaba dar el
paso
el hueco de la
escalera al fin tenía una
y los peldaños ora
subían ora bajaban
por lo que fue vacío
y era camino
camino vacío
todavía
—¿bajarán?— se
preguntaban abajo
—¿subirán?— se
interrogaban arriba
y nadie osaba dar el
paso
por la escalera tan
solo pisaba el miedo
la barandilla
anhelaba una mano amiga
ganarse el nombre de
quitamiedos
pero seguía estando
inmaculada
—huirá— se
acusaban abajo
—escapará— se
delataban arriba
y nadie osaba dar el
paso
la escalera seguía
aguantando el tipo
miraba los muebles
con cierta envidia
se asomaba arriba y
se apoyaba abajo
y ya no sabía para
qué servía
—la derribamos—
acordaron abajo
—la echamos abajo—
consensuaron arriba
y se pusieron manos
a la obra.