Todo es lo que parece


El cielo está despejado. El sol de principios de abril empieza a alzar su vuelo por el horizonte, y poco a poco sus rayos van abarcando más y más terreno. Cerca de las cimas escarpadas de las colinas, las cabras que brincan de brizna en brizna son las primeras en darle la bienvenida. El telón nocturno va retirándose de las laderas de las montañas al son del canto de los pájaros, que anuncian la llegada de un nuevo día. Al fondo del valle, donde el curso del río percusiona su canto, un par de ciervos peinan su reflejo con los cuernos mientras dan sus primeros sorbos del día. El agua brilla intensamente realzando los colores de los árboles, que empiezan a florecer esparciendo sus diminutas esporas sobre un suelo humedecido por el rocío. Sus gotas son acariciadas por unos pies descalzos que pasean por la vereda del río. Una pulsera verde de la que cuelga un cascabel rodea uno de los tobillos, sobre el que ondula un vestido largo de color blanco. Justo por encima de la cintura caen las puntas de una melena castaño-oscura, que ondea alrededor de una sonrisa y unos ojos negros que miran los de su acompañante. Éste, de ojos verde-claro como el de su camisa, la coge de la mano mientras en la otra sostiene los dos pares de zapatos.

Así se adentran en el frondoso bosque. Deambulando entre los árboles que se interponen en su errático avance, sonriendo a las ardillas que los miran con cautela y mirando al frente con la convicción de saber que hoy es un día en el que sentirse vivo. Llegan a un pequeño claro y se detienen. Solo en sueños han visto un lugar semejante. Él suelta su mano y corre hacia el centro con los brazos extendidos. Grita. Con los ojos cerrados. Al volverse, ella lo está mirando. Fijamente. Se le acerca y la toma de las manos, la intenta llevar hacia el claro, pero ella no se mueve. Está temblando. Baja la mirada. Y él la sigue. Sus pies están sobre un charco de sangre que empieza a empapar el vestido. Mira alrededor, pero no ve a nadie. Ella está pálida y aprieta con fuerza sus dedos. Se pone el índice en los labios para indicarle que no haga ruido y retroceden mirándose el uno al otro, pero enseguida ruedan por los suelos. Él ve las piernas con las que han tropezado. De un hombre bien vestido. Sin cabeza. No deja que ella mire, pero aún así grita con todas sus fuerzas. Encima de ellos cuelga una cabeza de un alambre atado al árbol. Él ha oído algo y cree ver moverse unas ramas cercanas. Intenta callarla tapándole la boca, pero ella está histérica y le muerde la mano. Se levanta ahogando un grito de dolor. Las ramas siguen moviéndose, la cabeza se balancea sobre ellos y su ensangrentada mano gotea sobre el cadáver. Sale corriendo. Esto hace volver en sí a la chica, que no sabe por qué está escupiendo sangre. Solo se oye el sonido del viento al mecer las ramas. Se incorpora y ve el cuerpo tendido en el suelo, pero no se asusta. Se alegra de que no tenga esa horrible cabeza sobre los hombros. Se limpia la boca con la parte superior del vestido, lleno de hojas pegadas a él por una mezcla de sangre y barro. Llama a su acompañante, pero ninguna respuesta sale del bosque. Se agarra del pelo y rasga otra vez el silencio con un grito desesperado. Mira el cadáver. Aunque corpulento, tiene unos zapatos pequeños, quizás de su talla. Se sienta a su lado y se frota la planta de los pies. Él ya no los necesita, se dice.

Empieza a andar buscando el camino del río, con paso inseguro sobre unos mocasines que le van pequeños. Todos los árboles le parecen iguales. Se detiene cada dos por tres. No sabe por dónde seguir, lo único que sabe es que le duelen los pies y que lo de los zapatos no ha sido una buena idea. Cuando se agacha para quitárselos cree ver algo familiar en la espesura del bosque y nota cómo se le eriza la piel. Se acerca con una mezcla de miedo y excitación y descubre a su acompañante sentado al pie de un árbol. Está llorando. Las lágrimas le resbalan mejillas abajo para gotear desde la barbilla sobre su pecho desnudo. Tiene la camisa hecha jirones. Nota entonces un escalofrío entre las piernas y sus pezones queriendo salir del vestido buscando un beso de esos labios tan carnosos. Está tan guapo. Se arrodilla y acaricia sus hombros. Con la palma de las manos esparce sangre, sudor y lágrimas por ese torso escultural y cada vez es más incontrolable el fuego que siente arder en su interior. Lo besa tiernamente, pero eso no hace más que avivar las llamas y el deseo ya es irrefrenable. Al sentarse sobre él nota satisfecha que su fuego se ha propagado bajo sus pantalones, y mientras libera su pene él ya le ha arrancado las bragas y lame su pezón izquierdo. Al notar el capullo resbalar hacia su interior la embriaga una ola de tranquilidad, y una vez llena de él sostiene su cabeza con sus manos y lleva sus labios hasta los suyos. De esa manera, ensamblados de arriba a abajo, se abrazan con fuerza prolongando el rítmico balanceo que los acerca a un estallido de placer. Ella ya siente el cosquilleo subir por su vientre y contiene la respiración, él la agarra por las nalgas y tensa todos sus músculos, pero el orgasmo tendrá que esperar.

Efectivamente llegué al lugar de los hechos sobre la una del mediodía. El sol caía a plomo sobre el bosque, y bajo la gabardina y el sombrero me sentía como un pollo dentro del horno. Las gafas de sol eran el único acierto de mi indumentaria, y aunque probablemente ya había sudado todo el whisky de la noche anterior la cabeza parecía estar a punto de estallarme. Seguí con dificultad al joven agente que vino a recibirme. No me gustó su actitud, era el típico gallito recién salido de la academia y decidí que una vez visto el caso tendría unas palabras con él. No llevaba veinte años en el cuerpo para que un mocoso como aquél me tratara como a un fósil. Llegamos a la escena del crimen y el juez ya estaba allí para levantar el cadáver. También estaban los de la científica. Detesto trabajar con tanta gente a mi alrededor, aquellos mocosos habrían borrado cualquier huella, así que intenté centrarme en el caso para poder irme de allí cuanto antes y echar el sueño que tanto necesitaba.
Que no era un suicidio saltaba a la vista. Había visto a mucha gente desesperada en mi dilatada carrera, pero a nadie hasta el extremo de colgarse con un alambre. No llevaba ningún tipo de documento encima y era inútil buscar pistas por los alrededores, así que pedí que me llevaran ante los testigos. Los tenían dentro del coche, y tras deshacerme del agente me senté al volante y cerré la puerta. El humo del cigarro enseguida llenó el habitáculo. Aquella pareja me miraba de una forma muy extraña y empecé a sentir que estaba fuera de lugar, como si aquella historia no fuera conmigo.

Ella insiste en que envuelto en aquella nube de humo hay un hombre con gabardina, sombrero y gafas de sol que los observa atentamente. Él le pregunta que cómo sabe que los mira si lleva gafas de sol, ya no se cree nada de lo que le dice. Se arrima a la ventanilla y ve una corbata pegada a ella. La acompaña una camisa blanca y pantalones y chaqueta negra. El cuerpo que visten no tiene cabeza, y el hecho de que esté de pie golpeando el cristal con los nudillos no le sorprende. Sí en cambio que no lleve zapatos, lo encuentra de muy mal gusto. Va a comentarlo con su compañera cuando se da cuenta que lleva puestos los zapatos de ese pobre hombre. Entonces le recrimina su actitud y le pide que se los devuelva, podría resfriarse y sería muy triste no tener por donde estornudar. Ella le contesta que los zapatos no son de ese hombre, y que si no tiene cabeza ¿por qué lleva gafas y sombrero? Viendo que ha perdido el juicio definitivamente, el chico decide bajar del coche para tranquilizar al descabezado, idea que le parece descabellada nada más poner los pies en el suelo. ¿Cómo va a comunicarse con un ser sin boca ni orejas? Piensa en darle sus zapatos, pero lamentablemente con el ajetreo del día ya no sabe dónde están. A pesar de no verle la cara puede notar una mirada vacía y perdida, y es tanta la piedad que siente por ese pobre hombre indefenso que decide que ya que no puede devolverle sus zapatos, al menos le dará su cabeza. Sacársela resulta fácil, tres vueltas en sentido horario y se desprende con suavidad, pero colocarla en el otro cuerpo es tarea más ardua. La cabeza da instrucciones intentando guiar las cuatro manos que la zarandean de un lado a otro, y tras tres intentos fallidos consiguen encajarla en el encorbatado cuerpo. Satisfecho, el chico no ve como su cabeza entra en el coche a lomos de su nuevo propietario.

La chica no presta atención cuando la puerta vuelve a abrirse. Ha estado vigilando al hombre del sombrero, primero cabizbaja, pero la visión de los zapatos la ha hecho dirigir la mirada avergonzada hacia el techo. Reacciona cuando el coche empieza a moverse y se pregunta en voz alta qué pasará esta vez. Regresamos, oye a su lado. Va a decirle que que con él no va a ir a ninguna parte, pero prefiere callar e ignorarlo. No vamos a ninguna parte, sino al Planeta Madre, responde él. Ella lo mira frunciendo el cejo mientras se acaricia los dientes con la lengua. ¿Por qué se ha cambiado de ropa? ¿Y por qué sigue intentando asustarla? Y esas marcas en el cuello... El nuevo pasajero se harta de los pensamientos de su compañera de viaje y se desprende de la cabeza para depositarla en el asiento delantero. No toque nada, dice la cabeza sin cuerpo a la cabeza con sombrero. El propietario de las gafas no tiene ninguna intención de echar a perder el caso de su vida y se guarda de tocar nada que pueda detener el avance del coche, que tras desplegar una pequeñas alas plateadas sobrevuela las montañas rumbo al espacio exterior, donde para su sorpresa las gafas de sol no le sirven de nada. Por el retrovisor puede ver como la Tierra se va haciendo más y más pequeña y empieza a preguntarse si el whisky no le estará jugando otra mala pasada. Con esos brebajes no se hubiera levantado un palmo del suelo, oye decir a su copiloto. Lo mira con desprecio y le pasa por la cabeza multarlo por no llevar el cinturón de seguridad, pero la velocidad del coche disminuye y se concentra en no perder detalle de lo que ocurre. Están llegando a un hangar repleto de las naves más extrañas. Una fina niebla azulada cubre el lugar. Hay mucho movimiento pero todo parece desarrollarse en perfecto orden gracias a unas luces redondas que se mueven guiando a las naves. Una roja se sitúa ante ellos y empieza a parpadear.

-No hacía falta traerlos hasta aquí. Ha puesto en peligro la misión. Ya sabe que soy uno de los pocos partidarios que tiene en el consejo, no me haga quedar mal -dice una voz grave a través del comunicador.
-Todo ha salido según lo previsto, el coito ha sido abortado con éxito -contesta la cabeza en manos de la chica mientras el hombre de la gabardina presiona el botón del altavoz.
-Me parece que no ha entendido nada -retumba la voz por el interfono-. Sus órdenes eran impedir el normal desarrollo de la escena romántica, no presentarse aquí dentro de esa horrible cabeza con sus dos amiguitos.
-Gafes del oficio, ya sabe. Por lo que respeta a las órdenes, creo haber conseguido los objetivos.
-No discuto sus resultados, sino sus métodos. Mientras me hace perder el tiempo el universo se sume en el caos con todas esas historias románticas circulando libremente de galaxia en galaxia, lo que como debería saber supone una gran amenaza para nuestra existencia. Pero usted se empeña en poner creatividad donde se le exige eficacia, y la creatividad también es peligrosa. Sospechosa, me atrevería a decir. ¡Y dígale a su compañera que lo acerque a la cámara! Me gusta ver con quién estoy hablando -añade la voz gritando-. Como le iba diciendo, adorna sus acciones demasiado, a veces me pregunto si no será verdad que una vez se comió a un poeta. Hace bien su trabajo, no lo discuto, y por eso pasaré por alto sus excentricidades. Nuestra lucha está llegando a su fin.
-¿Significa eso que podemos ganar? -pregunta la cabeza sorprendida.
-Sí, muy pronto se acabarán las historias de enamorados, las descripciones inútiles y adornadas, el contar por contar.
-Parece un mundo perfecto.
-Todo es lo que parece, todo es lo que parece -dice la voz cortando la comunicación.

Mientras esta conversación tiene lugar, por la ventana una estrella fugaz dibuja una sonrisa en el firmamento. Su estela llena de luz el vacío y los planetas se sonrojan al verse sorprendidos por las miradas de miles de estrellas y se dan la vuelta girando sobre sí mismos mostrando todos sus colores. Las estrellas aplauden centelleando y acompañan el baile con su movimiento armónico, engranando la orquesta al ritmo de un acompasado silencio. Y en medio de este bello espectáculo, en una lejana galaxia, en un remoto sistema, en un minúsculo planeta, donde la noche empieza a arropar al ocaso, un hombre busca sus zapatos acariciando con sus manos la hierba que condensa el llanto del día que muere. Ha perdido la cabeza, pero no ha perdido la esperanza.

Leona


Quedarme dormido en tu leonera
y enredarme en tus pelos de leona
soñar que nos perdemos en la sabana
y despertarme enredado entre tus sábanas.

Tengan dulces sueños

Tengan dulces sueños, señores ministros
esta noche cuando se acuesten.
Tengan dulces sueños, señores ministros
esta noche cuando arropen a sus hijos.
Tengan dulces sueños y descansen, señores ministros
y piensen por un momento
mientras se tapan con sus mantas
lo que podría amanecer mañana.
He soñado un mañana
donde los ríos cantan y no ahogan
donde la lluvia ríe y no llora
donde las bolsas cotizan en sonrisas
y todas lucen en verde esperanza.
Porque en ese mañana, señores ministros
ustedes siguen durmiendo en sus camas
aferrados a sus colchones
sobre sus trapos sucios y sus sucios millones.
En ese mañana, señores ministros
trabajamos duro por el futuro
que queremos dejar a nuestros hijos
y no por el pan de ayer
que nunca llegó a nuestras bocas.
No sabrán, señores ministros
por azar o casualidad
quién se comió nuestra ración.
No sabrán, señores ministros
calentitos en sus camas
lo que nos cuesta dormir a nuestros hijos
contándoles cuentos para que olviden
el frío y el hambre que los acechan.
Por qué nos cuentan, señores ministros
los mismos cuentos cada día
como si quisieran dormirnos como a niños.
No se dan cuenta, señores ministros
que mientras duermen
y descansan en sus camas
seguimos luchando por ese mañana.
No les asusta, señores ministros
que llegue un día en el que despierten
y nos encuentren a todos levantados.
No les aterra, señores ministros
que ese mañana, pueda ser mañana.
Tengan dulces sueños, señores ministros
que tengan dulces sueños, señores ministros.

La cançó del pirata


Gràcies al Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya i als seus esforços vers la cerca de nous catalans il·lustres, recents investigacions han trobat que el conegut poeta José de Espronceda, considerat un dels màxims exponents del romanticisme de la poesia espanyola, va ser en realitat un membre destacat de la renaixença ja que era català. La confusió es va ocasionar per un error de traducció en el seu lloc de naixement, dit fins ara d'Almendralejo, quan en realitat va néixer a l'Ametlla del Vallès. Publiquem doncs per primer cop el primer esborrany de la coneguda Cançó del Pirata en la seva versió original, en català, i anticipant-se als seus temps.
Visca Catalunya retallada lliure!


Amb deu mossos per plaça
tisora en mà que no falla
no talla sinó retalla
l'honorable president.
Artur Mas al que diuen
alguns, no pocs, el Messies
conegut però en rodalies
Barba-blava-Profiden.

Pilotes de goma xiulen
la senyera oneja al vent
i amb un subtil moviment
disfressa la realitat.
I ve el president pirata
botí per tots, alçant la copa
promet alegre a la tropa
i al front però ben lluny, la veritat.

“Navega, galera meva
sens temor
que els remers no es donin treva
en omplir-me les butxaques
ni protestes, tampoc vagues
el meu rumb no variaran.

“Cauran presos
pels meus mossos
aquests gossos
que protesten
i l'ensenya
rendiré
a banquers
que no molesten.

“Que és la urna el meu tresor
el teu vot, el meu hostatge
la meva llei, la del silenci
la meva pàtria, el capital.

“Allà lluitin els rivals
cegament
i no vegin altres mals
que jo tinc aquí per meu
el paper de Prometeu
saltant lleis impunement.

“No hi ha himne
ni bandera
ni senyera
oh! gloriosa
i salvadora
que no puga
fer a la fuga
l'amenaça.

“Que és la urna el meu tresor
el teu vot, el meu hostatge
la meva llei, la del silenci
la meva pàtria, el capital.

“A la veu de disperseu
que en Puig crida
veure'ls córrer no té preu
sabem bé com ho hem de fer
jo sóc l'amo del carrer
i la llei m'és feta a mida.

“En negocis
reparteixo
i menteixo
a parts iguals
tan sols vull
per bellesa
la riquesa
per a mi.

“Que és la urna el meu tresor
el teu vot, el meu hostatge
la meva llei, la del silenci
la meva pàtria, el capital.

“Sentenciat estava a mort
i què fàcil
és canviar la meva sort
tot tapant les retallades
amb aquestes pallassades
i és igual el que jo faci.

“I què he de fer
de les promeses?
que a aquests ases
jo vaig dir
oblidar-les
és un fet
el meu dret
a decidir.

“Que és la urna el meu tresor
el teu vot, el meu hostatge
la meva llei, la del silenci
la meva pàtria, el capital.

Cortina de humo


No estás quemando tus naves
siempre te dejas una vía de escape
no estás quemando pruebas
pues no temes a la justicia
milagrosamente curada de su ceguera
no estás quemando cartuchos
todo obedece a tu plan maestro
y aun así algo huele a chamusquina
porque has estado quemando escuelas
y hospitales y calles y plazas
y barrios enteros
para ahora tejer esa densa cortina de humo
y hacernos creer que detrás está Ítaca
para que no veamos el fuego de tus pirómanos sociales
para aprovechar hasta las cenizas de este incendio
pero detrás solo hay tierra quemada
y la bandera que enarbolas ha sido confeccionada
por las mismas tijeras con las que has cortado
cortas y cortarás
a pedacitos nuestras vidas.
Estás jugando con fuego
y has de saber, encantador de serpientes
que tu música no llega a nuestros oídos
y que en nuestros pulmones aun queda aire
para soplar y soplar hasta hacer virar el viento
disipar la neblina que oculta tus perros
desenmascarar a los que con su pólvora mojada
contribuyen a tu juego.
Estamos muy quemados
pero de estas cenizas renaceremos
más fuertes, más grandes, más libres
y no habrá cortafuegos que nos pare
hasta quemar tus naves y tu último cartucho.

Corazón


Corazón que late
bombeando vida
corazón que bombea
ardientes deseos
corazón que arde
derritiendo ceniza
corazón que estalla
y reparte pedazos
corazón que para
de latir
de bombear
de arder
de estallar
¡y de amar!

Consejo


¡No apagues la tele!
… deja que arda.

Pasajeros al tren


¡Pasajeros al tren!
olviden sus maletas
no hay espacio para ellas
y diríjanse al andén.
No pregunten dónde vamos
pues las vías no están puestas
no respondan dónde vamos
no sabemos las respuestas
vamos tarde, sin destino
huir a tiempo es nuestro sino

¡Pasajeros al tren!
olviden sus problemas
y dejen seducirse
por el rítmico vaivén.
¿Qué no ven que ya es la hora?
ya chirrían las bielas
silba la locomotora
y ya ondean las banderas
sale el tren hacia otros prados
y no espera a rezagados

¡Pasajeros al tren!
olviden sus raíces
de esta tierra ya agotada
que los trata con desdén.
Siéntense en estas butacas
hay ventanas para todos
y admiren batir las alas
de este ser que avanza solo
acomódense en su asiento
y sientan soplar el viento

¡Pasajeros al tren!
olvídense de todo
y enacarámense al vagón
que en sí mismo es un edén.
Es el último viaje
el primero verdadero
atentos a lo que pase
que muy pronto llegaremos
ya está aquí el cambio de agujas
que no digan que no empujas

¡Pasajeros al tren!

Lobos


Corderito con piel de lobo
¿a quién pretendes engañar?
con tus colmillos postizos
tu agresividad fingida
balando aullidos.

Corderito con piel de lobo
que has dejado de rumiar
¿a qué juegas?
persiguiendo caperucitas
soplando sobre tu propia casa.

Corderito con piel de lobo
¿a dónde quieres llegar?
mordiendo, asustando, jodiendo
al compañero que corre a tu lado
el que ha de ayudar a levantarte.

Corderito con piel de lobo
tú que no leíste a Kropotkin
eres ahora un darwinista social
lobo solitario
¿dónde está tu manada?

Corderito en la boca del lobo
sal de ahí y vuelve a rumiar.

La planta trepadora


Asomó el tierno brote en primavera
con todo un futuro por delante
frágil, débil, desvalido
bien poca cosa parecía,
era una planta trepadora

Qué felices aquellos días
con las hormigas y los gusanos
y otras plantas que despuntaban
en un mundo por descubrir,
era una planta trepadora

Un día vio la luz
y la encontró radiante y muy hermosa
mas guardó el secreto para sí,
ya apuntaba maneras
nuestra planta trepadora

Se estiraba buscando el sol
y subía y subía por las paredes
y al mirar abajo se decía
qué infelices allí en el suelo,
era una planta trepadora

Para llegar arriba todo valía
y bien poco que le costaba
más útil que buscar apoyos
era apoyarse en los demás,
era una planta trepadora

Le gustaba que la miraran
y toda ufana se exhibía
allí en lo alto destacada
no tenía remordimientos,
era una planta trepadora

Pero la savia que la nutría
venía del suelo tan denostado
tan olvidado y tan lejano
como el mundo en el que vivía,
era una planta trepadora

Así no es difícil comprender
por qué acabó sola y abandonada
se olvidó de sus raíces
y le cortaron de cuajo su fino tallo,
lo mereció por trepa e hija de puta

Qué hermosas son, sin embargo, las plantas trepadoras

La oveja bala


Silba la bala
bala la oveja
veja el soldado
que tira la bala
y bala la oveja

ovejas en medio
se comen las balas
una bala perdida
una herida encontrada
y bala el rebaño

un baño de sangre
tan fresca que huele
y duelen los gritos
de un rito macabro
cabrones sicarios

sicario obediente
diente que muerde
muerte encargada
que mata sin verte
vil mercenario

maldito bandido
dado al gatillo
hatillo de viles
serviles lacayos
que viven matando

y tanto les da
les damos sustento
ten todo lo nuestro
y lo vuestro es reíros
e iros cantando

y andando volvéis
veis algo que falla
rayando lo absurdo
y sudores que hielan
os llenan de odio

ovillo de lana
la nada no importa
y silba la bala
balada de muerte
la nada no importa

importa el silencio
un lienzo manchado
manchado de sangre
retrato cobarde
valientes canallas

ya nadie la escucha
muchacha que llora
en la hora más triste
la oveja no bala
y silba la bala.

Inversiones


Invertir, invertir, hay que invertir
en este banco, aquí y allá
todos ganamos, nadie pierde
valor seguro, ¿no te interesa este interés?
la inflación que te empobrece
mueve el dinero aquí y allá
que trabaje por ti, que trabaje por mí
todos ganamos, nadie pierde
invertir, invertir, hay que invertir
vierte tu alma, vierte tu ser
todo sube, nadie se baja
¿no quieres más? ¿no puedes dar más?
el tiempo es oro, la vida es plata
todo se compra, todo se vende
inversión segura, dinero fácil
¿serás tú el tonto? ¿serás tan burro?

Bien, vale, quizás tengan razón
invirtamos
invirtamos el curso de las cosas
y así las cosas seguirán su curso
y verteremos estrellas en el camino
que iluminen nuestro despertar
invirtamos el cielo y la tierra
para que nos acolchen las nubes si caemos
y verteremos arena en el sendero
que deje un rastro de esperanza
invirtamos el orden alfabético
y así repartir irá antes que recortar
y verteremos puntos suspensivos
que prolonguen nuestro avance
invirtamos las puertas y ventanas
para que cerrando se abra lo encerrado
y verteremos llaves maestras
que nos devuelvan lo robado.
Invertiremos hasta tus entrañas
para que de ellas cuelguen tus ganancias
y que se viertan tus beneficios
en nuestro espejo de inversión.

Observación (II)


Bajo una bandera se puede esconder mucha mierda
un himno puede silenciar muchos gritos
y de gritos y mierda andamos sobrados.

Identidades


Cada mañana te desnudas a ti mismo
cuando desnudas el armario
cuando eliges esto y no lo otro
porque hoy es un día importante
aunque no importe qué día sea
y compruebas en el espejo que ese tú
sea el yo que buscas
y con ese yo que no es tú sales a la calle
una calle sin salida
al menos la que tú crees buscar
y buscas el son de las cosas
pero las cosas ya no son
cuando no es tú quien las busca
y te encuentras perdido
sin querer seguir
desnudo
y un nudo en la garganta te impide gritar
y un grito ahogado en tu garganta te impide respirar
pero va y en un respiro
consigues lo que querías
de otro alguien que tampoco es él
y al llegar a casa vistes el armario
y comprobado en el espejo que ese yo
vuelva a ser tú
te preguntas qué no viste.

Archipiélago


Olas que van y vienen y erosionan el contorno
gotas que salpican y se pierden en la orilla
crestas espumosas que se estrellan en las rocas.

¿Hacia dónde escapará esta tierra rodeada?
¿Qué canales usarán esas islas olvidadas?
¿Quién recordará esa lucha infatigable?

Ese olor a puerto que se pudre en la memoria
esa sal pegada cuando el agua se evapora
esa brisa húmeda que empaña las ventanas
para ver habrá que abrirlas y mirar al horizonte
empaparse de la rabia de saberse sometido
entender que ahora empieza la batalla decisiva.

¿Qué corriente llevará a la tierra prometida?
¿Hacia dónde sopla el viento que agita las conciencias?
¿Quién sabrá en qué puerto se debe echar el ancla?

Un barco que atraca con la proa descubierta
un barco que amarra y lo deja todo atado
un barco que parte y divide con su estela
demasiados contratiempos para islas solitarias
mas las aguas agitadas no es posible contenerlas
y las ondas se propagan diluyéndose en el mar.

¿Cuándo se unirán todas las islas de estos mares?
¿Cuándo se sabrán compañeras de viaje?
¡Islas de este mundo alzaos en archipiélago!

Un ruido lejano que se acerca sigiloso
calma transparente que amenaza con tormenta
mar embravecido que lo llaman temporal
pero nada es pasajero y todo permanece
en las rocas adherido y en la memoria de la gente
donde crece y se alza hasta hacerse maremoto.

¿Quién dijo que nadie escuchaba al otro lado?
¿Qué dirán ahora que se sienten rodeados?
¿Dónde están los barcos, hacia dónde habrán huido?

Olas que van y vienen inundando lo que encuentran
gotas que se esparcen refrescando las conciencias
crestas espumosas que golpean sin piedad.