¿Oyes
Ana? Oigo Juan.
¿Y
qué oyes? Oigo las olas.
¿Las
olas? Sí, las olas.
¿Las
olas del mar? ¿No te gusta el mar?
Si
no es eso. Pues escucha.
(silencio)
¿Lo
oyes Juan? Oigo Ana.
¿Las
olas? No estoy seguro.
Pues
no son olas. ¿Tú las oyes?
No,
ya no. ¿Se han ido?
El
mar se ha calmado. No te creo.
(silencio)
¿Cómo
eran? ¿Las olas?
Lo
que oías. Preciosas.
¿Puedes
verlas? Si cierro los ojos.
Yo
no veo nada. Porque no escuchas.
Abre
los ojos. No puedo.
(silencio)
¿Por
qué callas? ¡Quiero ver!
¿Por
qué chillas? ¡Quiero oír!
No
te enfades. No me enfado.
Van
a venir. No vendrán.
Y
nos quitarán el mar. Si lo ven.
(silencio)
No
llores. No lloro.
¿Y
esas lágrimas? Son saladas.
Te
estoy viendo. Es el mar.
Ya
estamos. Se me escapa.
Nada
escapa aquí. Las olas sí.
(silencio)
Tengo
miedo. Estoy aquí.
Por
eso. No te entiendo.
Vienen
a por ti. No es mi hora.
Cierra
los ojos. Ya está.
Acompáñame.
Te acompaño.
(pasos)
Ya
los oigo. No escuches.
Pasan
de largo. Coge mi mano.
¿Qué
ha pasado? Se los llevó el mar.
¿Ahogados?
Perdidos.
Gracias.
No hay de qué.
(silencio)
Saldremos
de aquí. Juntos.
Pronto.
E iremos a la costa.
Veremos
el mar. Otra vez.
Y
las olas. Y las olas.
¿Las
oyes ahora? Las oigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario